La naturaleza no tiene opinión acerca de nosotros. Si la observas detenidamente te darás cuenta de que es pura, sin aditivos, sin sobre entendimientos, es simple y compleja, relativa y espontánea.
Un diente de león, un roble, un pájaro cantando o un venado corriendo, sin pasado ni futuro, solo arraigados al presente.
Sientes la paz y el poder que irradia notarlo? Por qué los seres humanos perdemos esto a menudo?
Asediados por la publicidad, el entretenimiento y la modernidad, podemos sentir en carne propia las desventajas del estrés. Todo lo artificial, creado por la mente, dificulta la relajación, manteniendo activa la confusión y el caos intelectual, privándonos del poder y la energía innata.
A veces tan egocéntricamente desesperados creamos especialidades de nosotros y de cada parte de nuestro cuerpo y mente, convirtiéndonos en una isla sin brújula, desviándonos de ese camino en el que empezamos con el todo, sin darnos cuenta que por mucho que sepamos de nosotros, sin ese todo a nuestro rededor (naturaleza) y todos sus componentes, (agua, vegetación, minerales y los demás seres vivos) no podríamos existir, porque no fuimos diseñados para vivir en un ambiente donde solo existamos nosotros, sino donde coexistimos con otros, en ambientes sincronizados, simbióticos, sinérgicos y complementarios.
Da un paseo por el bosque, respira profundo, déjate invadir de su magia revitalizante. Sé curioso, deja tus modales civilizados y vuelve a la infancia. Trepa árboles, juega con la tierra, con el agua, redescubre el micromundo.
En lo profundo de nosotros, detrás de ese maquillaje moderno y entretenido, se encuentra un salvaje en estado latente con un poder desenfrenado que está interesado en vivir el ahora y que está conectado íntimamente con todo. Nuestros jardines delanteros bien cuidados con tan solo un metro de césped son aburridos, allí no pueden vivir animales y los pocos que llegan son alejados con nuestras armas pesticidas, una
clara señal de que suprimimos nuestra esencia. Nos hemos vuelto tan domesticados y racionales que ya no aceptamos el orden natural en nosotros ni en nuestro rededor.
Disfruta de la sensualidad y la belleza del verde, el aire fresco disponible, con aroma a flores, a bosque, a tierra. Déjate seducir por el viento y los cálidos rayos de sol sobre tu piel. Siéntate ante la sabiduría de un viejo un árbol. No pienses, solo siente. Tira por un momento todos tus conceptos y desaprende. Escucha el susurro de las hojas y las ramas, balanceándose con el viento, y si eres consciente lo suficiente, te sentirás como uno con él, porque su esencia ha penetrado en ti y te vuelves tan tranquilo y sabio como ese árbol que lleva cientos de años allí, en ese mismo lugar donde ha visto pasar incontables estaciones.
Todo a su alrededor, incluso él mismo, ha cambiado varias veces. Por eso puede enseñar la paz y la simplicidad de la existencia. Todo lo esencial se puede reaprender de la naturaleza, los animales y las plantas son grandes maestros.
La naturaleza es nuestro polo a tierra, nos reconecta porque es nuestra fuente, venimos de ella y está cargada de experiencias sensoriales, aquí y ahora, más allá de todos los discursos mentales ruidosos que creamos. Con ella, nos sentimos vitales, alertas y sensibles, atributos que a menudo perdemos en la vida cotidiana. Nos sentimos más a nosotros mismos y al mundo que nos rodea, haciendo incluso que todo se perciba más fácil.
Cuando volvemos a la rutina, nuestros conceptos, ideas y planes para el futuro no son una gran preocupación como nuestra mente quiso que fuera. Estamos conectados y todo fluye como el agua en un rio.
Imagina por un momento el caos que reinaría en la naturaleza, si cada planta y cada animal estuvieran dominados por sus pensamientos del pasado y del futuro?
Imagina una ardilla con su ruido mental imparable, preparando sus suministros de alimento para invierno, pensando en la competencia, preocupada que no habrá comida para ella ni para sus crías, ansiosa por la carencia en un mundo que por naturaleza es abundante.
Estaría enferma de preocupación y ansiedad, sufriría un constante estrés y tensión extrema. Cada ave compararía su canto con la otra. Muchas de ellas se quedarían en silencio porque pensarían que no cantan lo suficientemente bien. Los abejorros ya no se atreverían a volar si escucharan a los científicos, que aseguran que en proporción a sus alas son demasiado pesados.
O la hierba crecería incesantemente para ser comida varias veces solo para descubrir que todavía sigue creciendo y estaría frustrada porque a lo mejor eso no tendría sentido y se sentiría utilizada. Estaría confundida porque no entendería su propósito.
Imagina lo relajada que sería nuestra existencia humana si recordáramos nuestra esencia la mayoría del tiempo. La naturaleza nos enseña la Sabiduría del aquí y ahora. Del momento presente.
Involucrándonos mas en nuestra existencia, en tiempo presente veremos los problemas de otra manera. Actuaríamos más y pensaríamos menos. A través de esa presencia presente, nos limpiamos, ganamos fuerza y energía con la que podemos actuar eficazmente.
Alguna vez te has sentido como un ser vivo inmerso en este mundo y notarlo? Imagínate si fueras una oruga en proceso de metamorfosis, no te parecería fascinante?
Toda la vida, arriba y debajo de la tierra, en el agua y en el aire, todo es tan colorido y tan diverso, tan abundante y tan sabio.
Increíble parece la palabra adecuada y súmale todo lo que no podemos ver. Tú y yo, y todo lo demás, todos, somos una parte, una expresión de ese silencio, de esa inteligencia que no importa de dónde viene pero que es poderosa. Nuestro cuerpo en toda su complejidad se ha desarrollado allí por completo sin nuestra voluntad.
Por eso la relación consciente con la naturaleza nos trae paz, autenticidad y sencillez. Nuestra mente llena de datos Nos dice que no es fácil. Girar ese pensamiento para que nuestra mente piense lo fácil que es en realidad, es la clave para conectarse.
Simbiosis es una relación estrecha y persistente entre organismos de distintas especies buscando mutuo beneficio.
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